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Esto sucedió a finales de mayo de 1978.
Un trabajador de la Universidad de Illinois encontró un paquete tirado en el parking del campus de Chicago.
El remitente era Buckley Crist, profesor de la Universidad de Northwestern, así que lo enviaron de vuelta.
Al día siguiente por la tarde se lo comentaron, pero él no recordaba haber enviado nada.
Solo había una explicación: drogas.
Desde hacía meses se comentaba que algunos estudiantes usaban el nombre de profesores para mover maría entre campus sin levantar sospechas.
Así que cuando llegó el paquete a su despacho y confirmó que la letra no era suya, llamó al agente Terry Maker, policía de la facultad.
Abrieron el paquete juntos.
Esa fue la primera bomba.
Tuvieron que pasar más de 15 años de explosiones, heridos y muertos antes de que el FBI detuviera a Ted Kaczynski, alias Unabomber, en una cabaña perdida al este de Montana.
Un genio de las matemáticas, convertido en terrorista.
Su objetivo: acabar a toda costa con el desarrollo tecnológico y científico de la sociedad moderna.
Verás.
Psicópatas hay en todas partes…
También los hay del código.
Siemens contaba con uno de ellos en sus filas, una especie de Unabomber pero en versión digital.
David Tinley era responsable de mantener el software de gestión de pedidos en la filial de Pensilvania.
El developer abrumado ante los avances del sector un día decidió idear la manera de tener trabajo siempre.
En vez de venirse a España a enchufarse de político intentó buscar otro método.
Y le funcionó, durante 14 años pudo vivir del cuento.
Tinley se dedicó a introducir "bombas lógicas" en el software que mantenía.
Se aseguró de que “estallaran” tras la expiración de una fecha determinada, causando errores y fallas que parecían simples bugs.
Hasta que todo se le vino abajo en mayo de 2016, cuando el software volvió a fallar.
Ese día Siemens llamó al programador para que les solucionara el error, pero para desgracia él, y suerte para la empresa, estaba fuera de la ciudad.
Por lo que se vio obligado a hacer algo que nunca antes había hecho: proporcionar las credenciales del sistema a los otros developers de la compañía.
Y en ese momento, tras depurar el código, descubrieron las bombas lógicas.
El programador Unabomber había sido cazado.
Durante años, jugó a ser el salvador, era el genio que siempre llegaba a tiempo para salvar el día.
Pero le acababan de cerrar el chiringuito.
Evidentemente Siemens lo denunció.
El saboteador se enfrentaba a una pena de hasta 10 años de prisión y una multa de 250000$.
Finalmente la sentencia fue solo de 6 meses de prisión y 7500$.
Así que ni tan mal.